Pues yo estoy al revés: por la mañana tengo más hambre que por las tardes. También es verdad que, si estoy estudiando, salgo o estoy ocupada haciendo cualquier cosa, ni pienso en el hambre. Por las tardes, por ejemplo, como nosotros nos echamos siesta, me levanto sobre las 17.30-18.30, dependiendo del día y, claro, suelo tomar algo para espabilarme (porque hay días que me sienta fatal la siesta) y sí puedo tirar de azúcar por el malestar, pero, de normal, no suelo tener demasiada hambre, sino costumbre, que es mucho tiempo ya el que llevo haciendo merienda y parece que, si no la hago, mi cuerpo la pide igual. Por las mañanas si suelo tener hambre. Desayuno con ganas, porque es mi comida preferida del día y me levanto con hambre, y a media mañana, después de hacer ejercicio, según lo que haya desayunado, también me rugen las tripas de hambre... Como haya desayunado pan, cuando salgo de spinning mato por comer (y más de un día han caído unas almendras de camino a casa). Pero, bueno, cada una es un mundo.
¿Hubo carrera al final? Espero que no lloviera. Aquí ha salido el sol por la tarde. Se nota que ya ha llegado, al fin, el otoño.